"Como el agua gasta lentamente la piedra, así el tiempo gasta los corazones"
Mika Waltari
Este recorrido fluvial discurre por un conjunto etnográfico y un entorno natural de primera categoría. Comienza adentrándose en una fraga, auténtico túnel vegetal, tupido bosque de vegetación autóctona formados por carvallos, avellanos, alcornoques y alisos. En muchos de sus hermosos rincones encontraremos molinos harineros, un aserradero y las caceras, canales que conducían el agua y nutrían a esos ingenios construidos con piedra.
Y son precisamente agua y roca los elementos que dan nombre al recorrido: la “Ruta da Pedra e da Agua”. Cabría añadir a tan merecido título, el verdor del musgo y la fronda que todo lo conquista y a todo aporta una nota de vida.
Así, mientras avanzamos junto al cauce de los ríos, iremos disfrutando de los sugestivos rincones que forman este insuperable triplete natural. Cascadas, pozas y remansos se alían con la roca y la vegetación para componer los más bellos y mágicos escenarios.
Disfrutando de este maravilloso entorno alcanzaremos la Abadía cisterciense de Santa María de Armenteira.
Atendiendo a la leyenda, no será difícil imaginar porque el primer Abad, San Ero, encontró allí el paraíso y permaneció trescientos años absorto con el canto de un pajarillo. La iglesia original del s. XII muestra la austeridad ornamental dictada por la norma de San Bernardo, cuyo fin es de no distraer a los monjes en sus oraciones y meditaciones. Si faltara por añadir algún valor a este incomparable recorrido, lo aportará “Aldea Labrega”, un conjunto de obras escultóricas de distintos artistas —diseminadas y perfectamente integradas en el entorno—, que representan el espíritu de la historia y la cultura gallega. En definitiva, es éste un paseo para adentrarnos en el alma de las tierras gallegas.
Monasterio de Santa María de Armenteira
En torno al año 1150 se fundó el primer cenobio, que fue la base del actual edificio, con San Ero como padre fundador. Curiosamente este personaje aparece en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, que cuentan que tras rezar incesantemente a la Virgen María para que le mostrara el paraíso, se fue al bosque quedándose embelesado por el canto de un pajarillo. Cuando regresó al monasterio del que era abad y se encontró con otros monjes se dio cuenta de que habían pasado nada menos que trescientos años, cayendo muerto en ese preciso instante.
El monasterio de Santa María de Armenteira, ahora habitado por monjas cistercienses, recibe a los visitantes en un recinto amurallado de piedra completamente rodeado por un frondoso pinar, quienes pueden visitar su iglesia medieval del siglo XII, caracterizada por un preciosos rosetón en la fachada, así como el claustro renacentista que se reconstruyó durante el último tercio del siglo XX por el empeño de Carlos Valle-Inclán, hijo del célebre autor de “Luces de Bohemia”, quien encontró aquí uno de los lugares en los que se basó su padre para escribir “Aromas de leyenda”.
Eso es precisamente Armenteira, un hálito de leyendas y de quietud. Un lugar que te transforma con sólo pisar su recio suelo y respirar la humedad disfrazada de piedra.
Recorrido: Lineal
Tipo de firme : La mayor parte sendas muy bien señalizadas.
Distancia total: 15 km.
Dificultad. Fácil.
Nivel: Bajo/basta con tener una mínima forma física.
Ascenso total: 299 m.
Descenso total: 301 m.
Altura máxima: 1013 m.
Altura mínima: 762 m.
Tiempo total: 4h30m.
Tiempo en movimiento: 3h 37 m.
Agua : No hay fuentes en la ruta.
Señalización : siguiendo el track y sendas en gps
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