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martes, 15 de octubre de 2019

Fuente Dé. Picos de Europa.

Las pasiones humanas son un misterio: quienes se dejan arrastrar por ellas no pueden explicárselas y quienes no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay seres humanos que se juegan la vida por subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, pueden explicarse realmente por qué…”‘
La historia interminable’ (Michael Ende, 1979)

Desconocemos este mundo y toda la sabiduría y riesgos que entraña, pero en el espíritu de muchas personas se encienden determinadas luminarias que crean  adicción. Alcanzar las cimas de las montañas, caminar por las  alturas, esquivar todos los contratiempos y seguir adelante es la llama que prende. No hay satisfacción si no hay logro y todo viene y va en el empeño.

Con esta filosofía de vida y a pesar de las  previsiones tan poco alentadoras, con vientos muy desatados en un día claro, antes del alba, desde Espinama, iniciamos una aventura que se había planificado con bastantes meses de antelación. El teleférico estaba cerrado, y vientos de 70 a 80 km en altura hacían difícil esta empresa. Elena, Juan, Pedro,  y otros líderes del grupo miraron al cielo y decidieron,  con el espíritu de aventura que les caracteriza,  lanzarse a la epopeya de llegar al Urriellu, a pesar de no contar con el teleférico.
Desde el parking de Fuente Dé , con la mirada puesta en la pared que frente a nosotros se alzaba, iniciamos la importante ascensión  para salvar los 700 m. que  nos permitieran llegar hasta el lugar donde termina el teleférico.  En plena subida cuando llevamos aproximadamente la cuarta parte de la ascensión  un grupo opta por ascender por  la canal de Jenduda y otros seguiremos por una senda (Km vertical)  que muy bien marcada - exigente en algunos tramos-  nos lleva hasta el final del teleférico.
Una vez allí un grupo decidió seguir con la empresa y otros iniciamos un plan alternativo; no llegar al refugio del Urriellu, caminar por el valle que va hacia horcados rojos y después bajar por Aliva,  ante las impresionantes dificultades que observamos. 
Con fuertes vientos iniciamos el descenso desde Aliva, con unas vistas siempre nuevas y emocionantes, dejamos a la izquierda del camino el Chalet Real , entre prados verdes  en contraste con imponentes roquedales grises bajo el cielo azul sembrado de nubes.
 Hasta principios del s. XX el Chalet Real fue el refugio de caza del rey Alfonso XIII (Madrid 1886–Roma 1941).  Tras dejar el Chalet,  llegamos hasta el  Hotel. El Hotel Refugio de Áliva (1.660 m), antaño era alojamiento de los mineros de las Minas de Mánforas . Atravesamos la explanada del hotel a la derecha y tomamos la pista sin pavimentar. En una amplia curva a la izquierda desciende hasta los pastos de Puertos (o Prados) de Áliva.
En este paseo pudimos descubrir los distintos plegamientos y glaciaciones que han conformado este grandioso paisaje, que  modelado por el hielo, cambios de temperatura  y el efecto de las aguas sobre la piedra caliza, ha creado gran parte de estas montañas, hoy objeto de culto para muchos montañeros.



Enlaces sobre minas de Espinama.

  http://www.espinama.es/historia/mineria1.html
http://www.espinama.es/historia/mineria2.html

 FOTOS.




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