¡Delicioso otoño! Mi alma está muy apegada a él, si yo
fuera un pájaro volaría sobre la tierra buscando los otoños sucesivos. (George
Elliot)
El Castañar del El Tiemblo, en Ávila, es una de las excusiones otoñales imprescindibles
para quienes vivimos apenas 100 km de Madrid.
Se forma el castañar en las laderas de la Reserva del Valle de Iruelas, en
el municipio de El Tiemblo. Con dos horas
de fácil paseo podemos visitar este espacio, a través de sendas marcadas de no
más de 4 kilómetros, donde no hacen más que agradecer a la madre naturaleza o a su creador las maravillas de estas superficies arbóreas tan singulares.
Sería aconsejable la visita del
bosque en cualquier época del año, pero hay que reconocer que es en Otoño cuando
despliega toda su fuerza. En el paseo, quedamos
inundados y nos ciegan los múltiples
colores que nos sirve el otoño en el
castañar; De generosidad notable es su contraste cromático; tonos oro, ocre,
verde y variedades infinitas de marrón lo traen los castaños, los sotos de
robles, servales, acebos y pinos de la zona.
A la par que nuestra mirada disfruta de tan
sorprendente espacio; este escenario nos hace evocar todos aquellos
cuentos de hadas que de pequeños solíamos escuchar de boca de nuestros padres,
o abuelos. Bosque sombrío, húmedo, laberíntico, lleno de grandes y singulares
árboles con diferentes formas y tamaños
traen a nuestra memoria a Hansel y Gretel, Pulgarcito, la Bella Durmiente o
Caperucita.
En el paseo encontramos el refugio de Majalavilla y un castaño muy singular:
El
abuelo. Este imponente castaño es
la atracción principal del Castañar, árbol que se estima pudiera tener 526
años, es el más visitado. Allí, se cuenta, los pastores solían guarecerse de
las tormentas dentro de su enorme hueco.
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