“Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el
tiempo, es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no
gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene límites
y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos”.
Facundo
Cabral.
Tiempo: Dos horas y media.
Situación. Alrededores del puerto de
Canencia.
Longitud: 8,5 kilómetros.
Desnivel: 90 metros (Puerto de Canencia, 1562
metros – Casa de El Hornillo, 1658 metros).
Dificultad: Muy fácil.
Material: Botas de media montaña.
Recomendaciones: Es recomendable llevar una guía de
especies vegetales. A los aficionados a la fotografía no les sobrará el
trípode.
Hoy
visitamos la senda ecológica y el
abedular de Canencia; apto para casi todos los públicos es un paraje privilegiado que se
expresa como un libro abierto. Doméstico trayecto que recorre la umbría de
dicho puerto que separa Miraflores de Canencia. Su recorrido es tan sencillo
como hermoso y muestra abundante vegetación con ansia de agua en estas primeras
semanas de la primavera de 2012.
Nos
sorprendió la escasa afluencia de visitantes al puerto, hecho que permitió que
los sonidos del bosque fueran acompañándonos gratamente a lo largo de todo el
recorrido; sin ser expertos en aves, advertimos la presencia de carboneros,
herrerillos y algún que otro picapinos que armónicamente rompían un silencio envuelto en aromas diversos, entre los que destaca el pino.
Los expertos
señalan que en el puerto de Canencia estamos ante en un bosque oromediterráneo
relicto, esto es, representante de épocas pasadas más húmedas con abundante
vegetación; La escasa altitud del puerto de Canencia, junto al que se extiende,
y su protegida orografía propician unas condiciones ambientales menos ásperas
que los entornos de collados más altivos, como el cercano de La Morcuera o el
mismo puerto de Navacerrada. Es llamativa la sorprendente comunidad vegetal que
se agolpa reiteradamente a ambos lados de los senderos transitados; Abundan Abedules, tejos,
acebos, brezos, pinos y robles, algunos
de los cuales presumen y muestran
armoniosas proporciones.
El lugar más
popular de la zona es la denominada chorrera de Mojonavalle, que no cascada (
no advierto la diferencia); hermoso
salto de agua en otras primaveras; hoy con su cauce mermado, sin embargo, sigue
impresionando al viajero. Permanece en su cauce algún resto de nieve en la zona
más alta.
El lugar
parece erigido para la contemplación; ascendemos y quedamos frente al cauce
durante un prolongado tiempo escuchando el canto del agua en el encuentro con las rocas.
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