Nuestra primera parada, en el viaje a Senegal, tras visitar el gran Baobab, fue visitar la Isla de las Conchas.
Fadiouth - isla de las Conchas - es una pequeña isla artificial formada por la acumulación de conchas, que bien merece una ligera parada.
A la isla se accede a través de largo puente de madera -900 m -(para poder pasar es necesario abonar la correspondiente tasa: tanto si vas a ir andando o mayor si te acercan los oriundos en piragua).
Las conchas están en todas partes y conforman el lugar; las hay por todos lados: tapizando el suelo de la calle, incrustadas en las casas , en los objetos de artesanía, en el cementerio... Sin duda, nos encontramos en un lugar singular y único del mundo.
En la isla no hay vehículos a motor, así que es fácil encontrarse con carros tirados por burros cargados con las más diversas mercancías. Pero el animal rey de la isla es el cerdo, lo verás deambulando por cualquier calle o buscando comida en la playa.
En el centro encontramos la iglesia de San Francisco Javier - de reciente construcción- que se alza, especialmente su esbelta torre, sobre todas las humildes casas del poblado.
Vale la pena parar en el promontorio, situado en la parte más alta del cementerio, y observar todos los alrededores. Desde allí se divisan perfectamente los graneros de mijo construidos encima de los manglares.
La plaza estaba muy concurrida, sobre todo bajo el impresionante baobab; para los africanos este árbol es mágico. Nos dice el guía que a la vez que se toca con la mano izquierda abierta hay que pedir un deseo.
Considerado por los africanos un árbol mágico, un árbol de la vida, el polvo que se obtiene del fruto de Baobab se está convirtiendo en un producto alimentario muy conocido por sus increíbles características vitamínicas.
Según escribe “Karen E. Lange” en la revista National Geographic, el fruto del baobab, además de ser un ingrediente central en muchas recetas africanas, se puede utilizar como espesante en mermeladas y en salsas de carne o como edulcorante para bebidas de fruta.
El guía también nos contó que antes de los años 60 dentro del babobab se enterraban a los trovadores (llamados GRIOTS)
Finalizada la visita, volvimos a cruzar el puente de madera
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