“Estuvimos solos; fuimos, por un tiempo, serenos/centinelas que procuramos no alterar la paz de la adormecida montaña ."
Cada estación, como las etapas de la vida, tiene un color, una forma o un aroma; también disponen de diferentes sonidos. Basta con pararse a escuchar, ver, oler o sentir para disfrutarlo plenamente. Lo mismo ocurre con el día y la noche.
Ascender a la cumbre de una montaña, al atardecer, permite disfrutar plenamente del ocaso; tambien jugar a identificar en la penumbra montañas vecinas, observar los diferentes reflejos que emanan de los embalses, o contemplar como surgen diminutas luces formando corrillos en medio del silencio. Caminamos despacio, bajo un manto de estrellas que aparecen cuando llegamos a algún claro del bosque. Mientras, nos observa, quieta, la luna en creciente: únicamente el soplo del viento y los tenues ruidos de pequeños animales quiebran la calma; a la luz de la linterna observamos un alacrán, una araña gigante y algún pequeño roedor. Avanzamos despacio, como la noche, procurando que nuestras pisadas no alterasen el sueño profundo de la adormecida montaña .
Iniciamos la marcha en el poblado de El Atazar. Camino de Patones al poblado de El Atazar encontramos uno de los grandes proyectos de ingeniería que Franco hizo construir - la presa de El Atazar, mar de Madrid –. Este pantano, construido en el río Lozoya, provee el 46 % del agua que se bebe en la capital.
El poblado se construyó para alojar a los trabajadores que construyeron la presa. Los obreros, sin familia, dormían en barracones; Los cargos medios en chalets, y los ingenieros en chalets de clase superior.
Hoy este poblado- entre pinos- con grandes panorámicas hacia montañas y valles que circundan- es un lugar vacío, habitado por la nada.
A unos metros de la valla que da entrada al pueblo, al margen izquierdo de la carretera, según se viene de Patones, encontramos un camino asfaltado que asciende suavemente, rodeado en los inicios por edificaciones que parecen abandonadas y que también formaron parte del poblado donde vivieron los trabajadores.
Dejamos la pista y a la izquierda nace una pista de tierra por el que seguiremos y nos llevará a adentrarnos en un denso pinar que conducirá tras un kilómetro escaso a un camino/cortafuegos – bien señalizado – que indicará las posibles direcciones a tomar.
Salimos del cortafuegos – otro kilómetro aproximadamente, y a la derecha nace un senderillo entre arbolado y matorral; cuando cede la cuesta salimos a una zona más despejada continuando la traza del sendero y las señales que nos confirman el buen camino.
Ya sin esfuerzo nos acercamos al Cancho de la Cabeza (1264m), bien visible desde esta posición con su vértice geodésico y a pesar de la poca luz que hay, desde su cumbre y en total soledad, tenemos unas inmejorables vistas del embalse del Atazar, Peña la Cabra, pueblo del Atazar y la llanura madrileña. La noche se ha cerrado y una luna en cuarto creciente está sobre nosotros - se hace de noche y hasta ya muy entrada la noche no se divisan estrellas. Con la noche, la temperatura baja y todo parece más en calma.
La ruta no tiene ninguna dificultad técnica, salvo las de orientarse con poca o nada de luz solar. Toda la ruta transcurre por pista, camino o sendero de montaña, estando señalizada con marcas y postes del GR-300 o Senda Genaro. Consideramos que es una ruta muy recomendable para épocas calurosas.
La vuelta la hicimos por otra senda, bajo la luz de los frontales... sólo había silencio. No nos encontramos con nadie en todo el recorrido.
Zona : Sierra de Ayllón.
Tipo de firme : Pistas y sendas.
Distancia total: 8,1 km.
Dificultad. Fácil.
Nivel: Bajo/basta con tener una mínima forma física.
Ascenso total: 299 m.
Descenso total: 301 m.
Altura máxima: 1013 m.
Altura mínima: 762 m.
Tiempo total: 3,24h.
Tiempo en movimiento: 2,08 h.
Agua : No hay fuentes en la ruta.
Señalización : siguiendo el track y sendas en gps
No hay comentarios:
Publicar un comentario