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sábado, 5 de enero de 2019

Velasco.


Si amas la vida, no pierdas el tiempo, porque la vida está hecha de tiempo.”
Bruce Lee

Es cuatro de enero, Enero es el mes primero; si viene frío, es buen caballero, cuando son las ocho y media de la mañana el termómetro baja de cero, marca menos 8 grados;  este frío helador no es un impedimento para salir a dar un paseo por un lugar singular: Velasco. Pueblo abandonado  perteneciente al Burgo de Osma en la provincia de Soria, que emerge sobre una colina - de mirada hacia el Este- como queriendo ser el primero en saludar al sol en las frías mañanas de innumerables inviernos.
A sus pies están  la carretera Nacional 122 y el río Abión. Este río de escaso caudal - salvo en épocas de intensas lluvias - afluente del río Ucero,  acompaña a su paso  varios municipios lindantes en las fértiles vegas de Valdealvillo, Torralba, Santiuste o Velasco. Vegas sembradas en las últimas décadas de cereal o girasol, y en otros tiempos - años anteriores a los setenta - de múltiples cultivos de regadío (alubia, patata, garbanzo o remolacha).
El nacimiento de gran parte de los pueblos estuvo ligado a las generosidades del medio y las posiciones  estratégicas, como es este caso; Fértil vega, agua y bosque. Pero desde dos siglos a esta parte asistimos a la creciente despoblación de muchos pueblos del interior de la Castilla profunda.
La última persona que habitó en dicho pueblo, se llamaba Casimira García Sanz y tenía dos hermanos que vivían en Santiuste. Dicha persona abandonó el pueblo sobre el mes de Septiembre de 1966, y marchó a Barcelona.


Historia: 
Según datos del Catastro de Ensenada del año 1749, vivían en Velasco más de 100 personas, dedicadas al ganado, la agricultura de regadío y a la explotación forestal.  En el siglo XIX aún tenía 26 vecinos, 131 habitantes, parroquia y una escuela a la que acudían doce alumnos. Con estos datos es difícil comprender porqué se despobló esta aldea soriana en la segunda mitad del siglo pasado. Además de su enorme riqueza, no sufría ninguno de los problemas que tradicionalmente han supuesto el abandono de otros pueblos, como la incomunicación o la falta de agua en abundancia, ya que se encuentra a sólo unos metros de la N122, muy cerca del río Abión. Actualmente la finca que rodea el pueblo está completamente vallada.  El sitio reúne excelentes condiciones para ser rehabilitado. Su arquitectura es singular, cuenta con agua y excelentes comunicaciones. Aunque no tiene electricidad, alguna vez la tuvo, ya que todavía se conserva la torreta de bajada. De cualquier forma, la línea de media tensión pasa a poca distancia, así como la línea telefónica.


La web de Isabel Goig Soler recoge en su página
una descripción muy detallada que trascribo.

"Al pie de la carretera N-122 y con su término regado por el río Abión, resulta difícil –mucho más cuando repasemos los datos del Catastro de la Ensenada- comprender porqué se despobló Velasco, ya avanzado el siglo XX. El caso es que sus ruinas pueden verse, en un pequeño altozano, cuando, de camino al Burgo de Osma, se rebasa el término de Santiuste.
En el siglo XVIII era del señorío del duque de Uceda como “dueño de la ciudad de Osma y su tierra en que es comprendido éste [Velasco]”. El de Uceda percibía las alcabalas –241 reales y 20 maravedíes al año- y las tercias en los frutos decimales. Los diezmos y primicias los percibía el obispo y cabildo de Osma y otros, como curas e iglesias.
Vivían en la época 23 vecinos y 4 habitantes (se refiere a medios vecinos, como eran consideradas las viudas), repartidos en 26 casas. No había pobres de solemnidad. Siete casas servían para guardar el ganado, además de doce tainas dentro del término y nueve en el monte. Completaba el censo de edificios un palomar inmediato a la población y siete pajares. El ganado era abundante, pues contabilizaban alrededor de quinientas cabezas de ovino, unas novecientas de caprino y cincuenta y ocho de bovino; casi noventa cerdos servirían para el consumo familiar, además de 29 jumentos y 32 bueyes para el trabajo del campo.
Como se puede apreciar la economía del lugar era envidiable, y más si añadimos 24 colmenas y 8 hornos para elaborar la miel, la industria casera de fabricación de queso de cabra y el negocio de la arriería practicado por dos vecinos que portaban leña al Burgo. Tampoco podían quejarse sus habitantes de las tierras, muchas de ellas dedicadas al regadío “por mano y pie para hortalizas”. El secano producía yerba, cáñamo y todos los cereales. Tenían viñas, dehesa boyal y un gran monte de carrascal y enebro, que todavía, hacia 1960, suministraba madera a pequeñas fábricas familiares, entre ellas una ubicada en el Barrio de La Estación, próximo a Berlanga de Duero, donde se fabricaban cajas de madera y traviesas para el ferrocarril.
El Común de Velasco gozaba también de una economía saneada. Tenía en propiedad dos casas unidas, un corral cerrado, dos huertos, cinco prados cerrados de seto, un arreñal, nueva tainas en el monte, dos heredades cada una de treinta y dos medias de sembradura, la dehesa boyal (en la que entraban los animales de otros pueblos durante el invierno), además de los montes referidos líneas arriba. Debía hacerse cargo el común de los sueldos de dos regidores, a los que entregaban ochenta reales al año “por los gastos que hacen con los religiosos mendicantes, soldados y verederos”. Obsérvese que esta cantidad representa la tercera parte de lo que el duque de Uceda cobraba solamente por las alcabalas. Otros gastos del común eran los derivados de los arreglos en la fuente común, de la acequia grande “que baja de la dehesa precisa para la labranza” y de los dos puentes de madera y tierra sobre el río Abión “precisos para el paso de los ganados de labrantío”. Pagaban el sueldo al sacristán, quien ejercía también de maestro, al cura y al fiel de hechos.
Un siglo después acudían a la escuela –según Madoz- doce alumnos. Escuela que acogería años después a Teógenes Ortego como maestro. Todavía la industria se basaba en la leña de combustible, pastos y abundancia de ganado, complementada con la caza de perdices, conejos y liebres y la pesca de barbos y truchas.
El 9 de junio de 1908 aparece en la prensa provincial una noticia relacionada con unos vecinos de Velasco. Se les había formado consejo de guerra por injurias a la Guardia Civil. Al parecer, estos vecinos estaban descortezando 225 árboles en la carretera Valladolid-Soria. Suponemos que más de lo permitido o en época no autorizada, por lo que fueron denunciados por la Guardia Civil de El Burgo. Los hombres enviaron una carta al periódico, redactada por el sacerdote Ildefonso Rupérez. Llevadas a cabo las pertinentes investigaciones, se llegó a la conclusión de que se trataba de calumnias, por lo que pidieron para los firmantes y el sacerdote penas que iban de un año a un año y seis meses. Los nombres de los firmantes son: Pablo Gañán, Francisco Gañán, Nicomedes Fernández, Andrés Frías, y Francisco Gañán Boíllos.
Tendría que pasar un siglo más para que este lugar de espeso bosque y buenas tierras de regadío se convirtiera en un despoblado más de los muchos que salpican la provincia de Soria".


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