“Si
amas la vida, no pierdas el tiempo, porque la vida está hecha de
tiempo.”
Bruce Lee
Bruce Lee
Es
cuatro de enero, “Enero
es el mes primero; si viene frío, es buen caballero,” cuando son las ocho y media de la mañana el termómetro baja de cero, marca menos 8 grados; este frío helador no es un impedimento para salir a dar un paseo por un lugar singular: Velasco. Pueblo abandonado perteneciente al Burgo de Osma en la provincia de
Soria, que emerge sobre una colina - de mirada hacia el Este- como queriendo ser el primero en saludar al sol en las frías mañanas de innumerables inviernos.
A
sus pies están la carretera Nacional 122 y el río Abión. Este río de escaso caudal - salvo en épocas de intensas lluvias - afluente del río Ucero, acompaña a su paso varios municipios lindantes en las fértiles vegas de Valdealvillo, Torralba, Santiuste o Velasco. Vegas sembradas en las últimas décadas de cereal o girasol, y en otros tiempos - años anteriores a los setenta - de múltiples
cultivos de regadío (alubia, patata, garbanzo o remolacha).
El nacimiento de gran parte de los pueblos estuvo ligado a las generosidades del medio y las posiciones estratégicas, como es este caso; Fértil vega, agua y bosque. Pero desde dos
siglos a esta parte asistimos a la creciente despoblación de muchos
pueblos del interior de la Castilla profunda.
La
última persona que habitó en dicho pueblo, se llamaba Casimira
García Sanz y tenía dos hermanos que vivían en Santiuste. Dicha
persona abandonó el pueblo sobre el mes de Septiembre de 1966, y
marchó a Barcelona.
Historia:
Según
datos del Catastro de Ensenada del año 1749, vivían en Velasco más
de 100 personas, dedicadas al ganado, la agricultura de regadío y a
la explotación forestal. En el siglo XIX aún tenía 26
vecinos, 131 habitantes, parroquia y una escuela a la que acudían
doce alumnos. Con estos datos es difícil comprender porqué se
despobló esta aldea soriana en la segunda mitad del siglo pasado.
Además de su enorme riqueza, no sufría ninguno de los problemas que
tradicionalmente han supuesto el abandono de otros pueblos, como la
incomunicación o la falta de agua en abundancia, ya que se encuentra
a sólo unos metros de la N122, muy cerca del río Abión.
Actualmente la finca que rodea el pueblo está completamente vallada.
El sitio reúne excelentes condiciones para ser rehabilitado.
Su arquitectura es singular, cuenta con agua y excelentes
comunicaciones. Aunque no tiene electricidad, alguna vez la tuvo, ya
que todavía se conserva la torreta de bajada. De cualquier forma, la
línea de media tensión pasa a poca distancia, así como la línea
telefónica.
La
web de Isabel
Goig Soler
recoge en su página
una descripción muy detallada que trascribo.
"Al
pie de la carretera N-122 y con su término regado por el río Abión,
resulta difícil –mucho más cuando repasemos los datos del
Catastro de la Ensenada- comprender porqué se despobló Velasco, ya
avanzado el siglo XX. El caso es que sus ruinas pueden verse, en un
pequeño altozano, cuando, de camino al Burgo de Osma, se rebasa el
término de Santiuste.
En el
siglo XVIII era del señorío del duque de Uceda como “dueño de la
ciudad de Osma y su tierra en que es comprendido éste [Velasco]”.
El de Uceda percibía las alcabalas –241 reales y 20 maravedíes al
año- y las tercias en los frutos decimales. Los diezmos y primicias
los percibía el obispo y cabildo de Osma y otros, como curas e
iglesias.
Vivían
en la época 23 vecinos y 4 habitantes (se refiere a medios vecinos,
como eran consideradas las viudas), repartidos en 26 casas. No había
pobres de solemnidad. Siete casas servían para guardar el ganado,
además de doce tainas dentro del término y nueve en el monte.
Completaba el censo de edificios un palomar inmediato a la población
y siete pajares. El ganado era abundante, pues contabilizaban
alrededor de quinientas cabezas de ovino, unas novecientas de caprino
y cincuenta y ocho de bovino; casi noventa cerdos servirían para el
consumo familiar, además de 29 jumentos y 32 bueyes para el trabajo
del campo.
Como
se puede apreciar la economía del lugar era envidiable, y más si
añadimos 24 colmenas y 8 hornos para elaborar la miel, la industria
casera de fabricación de queso de cabra y el negocio de la arriería
practicado por dos vecinos que portaban leña al Burgo. Tampoco
podían quejarse sus habitantes de las tierras, muchas de ellas
dedicadas al regadío “por mano y pie para hortalizas”. El secano
producía yerba, cáñamo y todos los cereales. Tenían viñas,
dehesa boyal y un gran monte de carrascal y enebro, que todavía,
hacia 1960, suministraba madera a pequeñas fábricas familiares,
entre ellas una ubicada en el Barrio de La Estación, próximo a
Berlanga de Duero, donde se fabricaban cajas de madera y traviesas
para el ferrocarril.
El
Común de Velasco gozaba también de una economía saneada. Tenía en
propiedad dos casas unidas, un corral cerrado, dos huertos, cinco
prados cerrados de seto, un arreñal, nueva tainas en el monte, dos
heredades cada una de treinta y dos medias de sembradura, la dehesa
boyal (en la que entraban los animales de otros pueblos durante el
invierno), además de los montes referidos líneas arriba. Debía
hacerse cargo el común de los sueldos de dos regidores, a los que
entregaban ochenta reales al año “por los gastos que hacen con los
religiosos mendicantes, soldados y verederos”. Obsérvese que esta
cantidad representa la tercera parte de lo que el duque de Uceda
cobraba solamente por las alcabalas. Otros gastos del común eran los
derivados de los arreglos en la fuente común, de la acequia grande
“que baja de la dehesa precisa para la labranza” y de los dos
puentes de madera y tierra sobre el río Abión “precisos para el
paso de los ganados de labrantío”. Pagaban el sueldo al sacristán,
quien ejercía también de maestro, al cura y al fiel de hechos.
Un
siglo después acudían a la escuela –según Madoz- doce alumnos.
Escuela que acogería años después a Teógenes Ortego como maestro.
Todavía la industria se basaba en la leña de combustible, pastos y
abundancia de ganado, complementada con la caza de perdices, conejos
y liebres y la pesca de barbos y truchas.
El 9
de junio de 1908 aparece en la prensa provincial una noticia
relacionada con unos vecinos de Velasco. Se les había formado
consejo de guerra por injurias a la Guardia Civil. Al parecer, estos
vecinos estaban descortezando 225 árboles en la carretera
Valladolid-Soria. Suponemos que más de lo permitido o en época no
autorizada, por lo que fueron denunciados por la Guardia Civil de El
Burgo. Los hombres enviaron una carta al periódico, redactada por el
sacerdote Ildefonso Rupérez. Llevadas a cabo las pertinentes
investigaciones, se llegó a la conclusión de que se trataba de
calumnias, por lo que pidieron para los firmantes y el sacerdote
penas que iban de un año a un año y seis meses. Los nombres de los
firmantes son: Pablo Gañán, Francisco Gañán, Nicomedes Fernández,
Andrés Frías, y Francisco Gañán Boíllos.
Tendría
que pasar un siglo más para que este lugar de espeso bosque y buenas
tierras de regadío se convirtiera en un despoblado más de los
muchos que salpican la provincia de Soria".
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