"Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes". (Vincent Van Gogh).
En
plena celebración de la fiesta de la Almudena de Madrid, nos
acercamos a Casillas a disfrutar del otoño en su plenitud. Preciosa ruta otoñal entre las poblaciones de Casillas y el Tiemblo.
Salimos
del pueblo – desde el bar de Casillas - junto al panel informativo
que muestra todas las rutas que se pueden realizar desde este pueblo tan poco
agraciado. Tomamos la calle que nos va indicando la subida al
puerto; robles, castaños y pinos nos acompañarán hasta el puerto
de Casillas.
Una
vez en el puerto, al otro lado, nos sorprende un hermoso valle; el
valle de las Iruelas, lugar protegido medio-ambientalmente.
El
valle está drenado por multitud de arroyos de montaña -el principal
es el de Iruelas, afluente del río Alberche- que hacen que sus
laderas estén cubiertas por un valioso bosque formado por gran
diversidad de especies. Entre todas destacan los pinos negrales y
laricio, de los que aún se conservan unos grandes y centenarios
ejemplares. En el Valle de Iruelas está instalada la colonia más
numerosa (alrededor de 120 parejas) de buitres negros de Castilla y
León.
Desde
el puerto tomamos la pista que sale a la derecha... con pendientes
bastantes pronunciadas siguiendo la cuerda en altura nos llevará
al Alto del Mirlo.
El Alto
del Mirlo o el Travies, con una altitud de 1768 m, es una de las
montañas más altas y relevantes de la Sierra de Gredos. Desde
el alto disfrutamos de una amplia vista de 360 grados. A nuestros
pies tenemos el Valle del Alberche y del Tietar, a la izquierda según
subimos se ofrece todo el sistema de la Sierra de Gredos y a la
derecha las últimas estribaciones de esta, como cabeza de la Parra
y el Cerro de Guisando.
Posteriormente,
tras un breve refrigerio, iniciamos campo a través una bajada
escarpada y confusa hasta encontrar el camino que nos llevará al
Castañar; a medida que bajamos seguimos disfrutando en el horizonte de las imágenes que ofrece la Sierra de
Guadarrama, con algunas cimas nevadas... tras un descenso prolongado
llegamos al Pozo de las Nieves.
Pozos de las Nieves. Ya
los árabes, pioneros en la invención de la vida sibarita,
construían pozos para almacenar la nieve que caía del cielo en
torno al año 1100. Con acierto, dedujeron que la mejor manera de
preservar la nieve de los rayos mortíferos del sol era enterrarla
bajo una gruesa capa de tierra que hiciera de aislante.
El
proceso era laborioso:
Primero era preciso buscar el terreno ideal: unas praderas a
suficiente altitud como para que nieve y haga frío y con espacio
para ir acumulando la que caiga en los alrededores. Allí se cavaba
un pozo grande, de cuatro a seis metros de ancho y entre seis y diez
de profundidad. Para asentarlo sus paredes se forraban con mampuestos
de granito y, para evitar que el fondo del pozo se embarrase con los
deshielos, se construía un entablamento por debajo del cual se
realizaba el desagüe. Una vez hecho el agujero-almacén se levantaba
a su alrededor el edificio de piedra que lo albergaba y servía de
vivienda también al ejército de operarios necesarios para que la
industria fuera rentable. Después era cosa de esperar la nevada y
comenzar el trajín.
Éste
consistía en ir amasando grandes bolas de nieve compacta que
eran arrojadas al interior del pozo, donde otros operarios –neveros,
como se llamaba al oficio- se encargaban de ir formando capas de
hielo que, cada metro y medio de grosor, recubrían de helechos o
retamas para reforzar el efecto aislante. El tiempo de la venta
llegaba en primavera y verano, que es cuando la demanda crecía,
sobre todo encaminada a la conservación alimentaria y también
terapéutica.. Tocaba entonces cargar la nieve en una reata de burros
y bajar a todo trapo en medio de las cortas noches de verano para
realizar el comercio por los pueblos del entorno antes que despuntara
el alba y la mercancía acabara convertida en un charco sin
valor.
Tras
la visita al Pozo de las Nieves, iniciamos el descenso que nos
llevará tras pasar por un frondoso robledal al Castañar del
Tiemblo.
El
sendero El Castañar de
El Tiemblo nos
permite explorar y conocer uno de los bosque más hermosos y
singulares de la Comarca
. El bosque
se convierte en un paisaje
pintoresco,
casi de cuento. Es la época en los que los caminos se
llenan de hojas secas y de pequeños “erizos” llenos de
castañas.
Los
castaños visten el bosque de colores naranjas,
dorados y amarillos y
la luz apenas penetra en el bosque, donde los pocos rayos de sol que
lo consiguen crear estelas casi mágicas. Es una experiencia única,
más que recomendable, sobre todo si eres amante de los bosques,
de la naturaleza y de los colores del otoño.
Una de las mayores atracciones del bosque es el castaño denominado El Abuelo; Se le conoce cariñosamente como “El Abuelo” y se trata de un árbol muy querido en la zona, estimándose que debe tener uno 525 años. Los pastores solían guarecerse de las tormentas hasta hace relativamente poco dentro de su enorme tronco hueco y parece que alguien prendió fuego cerca de él y está un poco chamuscado. Aún así, sigue resultando imponente y sus “hijos” crecen con fuerza
Aproximadamente
6 horas de ruta, con paradas para comer, fotos y simplemente
disfrutar del entorno.
- Zona : Sierra de Gredos.
- Recorrido: Circular.
- Tipo de firme : Pistas, caminos, sendas y algo de asfalto..
- Distancia total: 21,48 km.
- Dificultad. medio.
- Nivel: Medio - se precisa tener una mínima forma física.
- Ascenso total: 995 m.
- Descenso total: 950 m.
- Altura máxima: 1.767 m.
- Altura mínima: 1011 m.
- Tiempo total: 6.48 h.
- Tiempo en movimiento: 5,15 h.
- Agua : hay varias fuentes en la ruta
- Señalización : siguiendo el track y sendas en gps
No hay comentarios:
Publicar un comentario