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viernes, 8 de marzo de 2019

Cafarnaún... La vida sin Dios.



Cuando los dioses dan la espalda y el patrimonio de un entorno cultural pierde el norte; sigue siendo muy difícil querer ser persona en determinados lugares de nuestro planeta.

Cafarnaúm, Cafarnaún o Capernaúm era un antiguo poblado pesquero ubicado en Galilea, en Israel, a orillas del mar de Galilea, también llamado lago Tiberíades o Kineret. Es conocida por los cristianos como "la ciudad de Jesús"; nombrada en el Nuevo Testamento.

Hay cine que entretiene, divierte, emociona y nos hace disfrutar, pero hay otro que conmueve, remueve nuestras vísceras y nos llega a desalentar e incluso cabrear, es el cine que toca el desafecto y la miseria social. Miseria social y desafecto son, para mi, las dos claves que mejor define la directora en esta película.

Es una película necesaria; identificar la infancia con alegría, amor, y algo lúdico es parte del patrimonio de una parte del planeta. Hay otra parte más oscura que sigue existiendo, donde prima la no felicidad, la explotación y la marginalidad en una muy difícil supervivencia, filme, que por otra parte, sólo representa la molesta situación de mucha gente que gran parte de Occidente no quiere ver.

La trama de la película discurre en la penosa realidad de los suburbios de la capital del Líbano, Beirut, vista a través de los ojos de un niño que ante todas las miserias sobrevenidas por múltiples factores decide denunciar a sus padres por haberle traído al mundo. Es esta una película necesaria: hay otro cine como también hay otros tipos de vida donde la miseria es una constante y siempre hay margen para lo peor.

La película está muy bien filmada; combina planos cenitales de zonas de suburbios,  un uso moderado del travelling y con primeros planos muy efectistas, todo esto aderezado con una banda sonora acorde al drama que se muestra.
En definitiva: cine que,  aunque no se disfrute, hay que ver.



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