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domingo, 3 de febrero de 2019

Rascafría - Carro del Diablo.


Bendito placer visual que transmite la nieve: todo un poema. Un poema que viene de la entraña del cielo atravesando las nubes en ligeros copos blancos dejando un manto resplandeciente de blancura en la sinuosa superficie de la montaña”.

Es tres de febrero, con un tiempo frío y ventoso atendimos a la propuesta tentadora de pisar nieve que presentaron los magníficos compañeros del grupo de montaña. Hoy se celebra la festividad de San Blas “Mira con cara risueña, por San Blas a la cigüeña”.
Resumen.
  • Zona. Valle alto del Lozoya – Sierra de Guadarrama.
  • Dificultad. Fácil, se hizo un poco más dura a causa de la importante nevada caída en los últimos días.
  • Circular. El descenso se hizo por el Robledal de los Horcajuelos.
  • Desnivel acumulado subida. 425 m.
  • Longitud. 16, 5 km.
  • Duración. 5 horas con breves paradas.



La Sierra de Guadarrama, como tantas sierras no puede ser menos, y las leyendas e historias sobre infinitos riscos, cumbres y lugares nos llevan a poner nombres extravagantes y para no olvidar, en este caso visitaremos en una bonita marcha circular, el Carro del Diablo y Carretilla del Diablo, en territorio de Rascafría, por encima del Robledal de los Horcajuelos.

Sobre la Leyenda: El Carro del Diablo,

No está claro si fue por exceso de trabajo o porque le desbordó aquel encargo, pero el caso es que Juan Guas no podía cumplir con el compromiso de terminar la catedral de Segovia. Tanto se demoraba que le llegaron noticias del disgusto que cogió el mismísimo Carlos V. Agobiado, al arquitecto no se le ocurrió otra cosa que venderle su alma al diablo con tal de cumplir el último plazo.

Satanás no despreció el ofrecimiento y se metió en faena. De manera sobrenatural, no podía ser de otra forma, a partir de aquel momento el templo empezó a crecer a velocidad de vértigo. Y aunque sobrenatural, Lucifer, tuvo que recurrir a las terrenales canteras de Colmenar Viejo, conocidas por la calidad de su piedra.

Carro tras carro, cargados hasta los topes cruzaban la sierra por el puerto del Reventón, el camino entonces más recorrido, para concluir el trato. La catedral tomó forma y sólo quedaba por concluir la segunda torre cuando, sintiéndose a salvo frente al emperador, Guas rompió el compromiso para salvarse también de Belcebú.
Se desconoce porqué el diablo no exigió a aquel hombre el cumplimiento del acuerdo, lo que asegura la leyenda es que agarró un cabreo tan monumental que él también deshizo el trato, convirtiendo en roca el último carro que llevaba el material a Segovia. De esta manera, una de las torres de la catedral segoviana tiene menor altura que la otra.









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