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domingo, 20 de junio de 2010

Nacimiento del Duratón.


¿Por qué no apearse y dejar que nuestra mirada repare con quietud en aquello que gratuitamente aparece ante nosotros?


E

En innumerables ocasiones, camino a la patria castellana de la cual quien escribe es oriundo, diviso desde la A1 , una vez salido del túnel, a mi derecha, próximo al lugar donde la D.G. de Tráfico nos invita atenuar nuestra velocidad hasta un ridículo 80, so pena ser sancionados con excesivo rigor, un salto de agua que surge en la ladera de la montaña entre roquedales, prados y pinares.

Este salto-cascada- se hace visible con mayor notoriedad en épocas con generosa pluviometría, como ocurre en el año en que nos encontramos.

Para hasta allí llegar, nos dirigimos al pueblo de Somosierra, abandonamos el pueblo y, por una carretera en desuso, a un kilómetro aproximadamente, aparcamos el coche y tomamos una pista forestal. En 15 minutos una senda de tierra nos lleva hasta la base de las cascadas.

Quedo gratamente sorprendido ante tal fenómeno de la naturaleza. Me parece un lugar impresionante e inimaginable pues desde la carretera únicamente pude en innumerables ocasiones detener mi mirada en una parte de un todo que hoy, forzado por la curiosidad, ciertamente me llegó más que a sorprender.

Es el nacimiento del Duratón.

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